Alteraciones de la Erupción

¿Es mito o realidad que, cuando salen los dientes, el bebé sufre fiebres y cuadros digestivos como diarreas, intolerancias, etc? ¿Cuándo debemos empezar a preocuparnos porque no salga un diente? A lo largo de este post, pretendemos responder a estas y a otras preguntas que, con frecuencia son motivo de preocupación para los papás en las consultas odontopediátricas.

La emergencia dentaria es un proceso fisiológico que se refiere a la aparición del diente en boca, dentro del proceso global de erupción dentaria.

En relación a los signos y síntomas relacionados con la emergencia dentaria, existe una corriente de creencias populares, profundamente arraigadas que, sin embargo, no son ciertas.

El proceso de emergencia dentaria puede producir sintomatología pocos días antes, conocida como gingivitis marginal inespecífica:

– Encía algo hinchada y enrojecida.

– Línea blanquecina en la zona donde se va a producir la perforación.

Además, se puede producir sintomatología derivada de cierto grado de inflamación local como leve febrícula, irritabilidad y aumento de la salivación.

Hoy en día, se descarta la relación con procesos mayores de tipo gastrointestinal, respiratorios, convulsivos…

En casos excepcionales, asociados a enfermedades sistémicas preexistentes o desnutrición, pueden producirse cuadros complejos como la gingivitis necrotizante o la osteomielitis.

 

Complicaciones más frecuentes de la erupción

Asociados a este proceso de erupción, pueden aparecer, en ocasiones, ciertas complicaciones que suelen tener fácil solución pero suponen motivo de preocupación para los padres de nuestros pacientes.

Uno de los motivos de consulta más frecuentes, suele ser la presencia de dolor, especialmente en relación con la erupción de molares.

Este dolor puede ser producido por diversos motivos pero los más frecuentes son:

– por inflamación importante y sobreinfección añadida, lo que conocemos como pericoronaritis. Las pericoronaritis son procesos infecciosos agudos con síntomas inflamatorios de la mucosa que rodea la corona del diente en emergencia.

Clínicamente, podemos encontrar un tejido pericoronario enrojecido y edematoso, asociado a otros síntomas y signos:

  • Linfoadenopatía cervical con mayor frecuencia en la cadena submandibular, con presencia de ganglios dolorosos y endurecidos.
  • En ocasiones, puede observarse presencia de pus.
  • Halitosis.
  • Trismo.
  • Disfagia.
  • Dificultad a la masticación.
  • Afectación del estado general, fiebre.

 

El tratamiento consiste en la implementación de medidas locales: control de placa y  aplicación de clorhexidina. El odontopediatra debe determinar la importancia del proceso para valorar la prescripción de antimicrobianos vía sistémica y/o la realización de incisión y drenaje.

– por mordisqueo de lo que conocemos como opérculo. Los opérculos son restos de la mucosa (normalmente en la zona oclusodistal de molares permanentes) que persisten como cubierta parcial del diente que ha emergido.

Como tratamiento inicial, el odontopediatra prescibirá medidas locales (control de placa y aplicación de clorhexidina). En caso de persistir y que el niño se encuentre especialmente incómodo, se puede extirpar.

Existen otros procesos, como el hematoma o el quiste de erupción que se perciben como tumefacciones leves, fluctuantes y bien delimitadas por encima del alveolo en el lugar de erupción del diente. Puede tener contenido seroso (quiste) o hemático (hematoma), siendo este último de aspecto violáceo.  Ambos procesos suelen desaparecer espontáneamente con la emergencia del diente que lo produce. Si persisten durante largo tiempo y/o vemos que dificultan la erupción del diente, es posible realizar una pequeña incisión que liberará el contenido y favorecerá la erupción.

También son frecuentes las malposiciones en la erupción, que se refieren a la aparición de un diente definitivo sin haberse producido la exfoliación del diente temporal. En estos casos, el odontopediatra valorará el grado de movilidad y otros factores para determinar la necesidad de extracción del diente temporal.

Alteraciones en la cronología

Con mucha frecuencia, acuden a nuestra consulta padres preocupados porque a su hijo de un año todavía no le ha salido su primer diente o porque al mayor, que tiene 6 años, aún no se le mueve nada mientras que la mayoría de sus amiguitos de clase ya han recibido la visita del Ratoncito Pérez. En la mayoría de los casos, no debe haber motivo de preocupación.

Los motivos de consulta más frecuentes se producen cuando los padres observan que niños de edades similares ya han sufrido cambios en su dentición y sus hijos aún no, pero también existen casos en los que los dientes aparecen de manera prematura. Podemos considerar alteraciones de la normalidad, tanto en adelanto como en retraso y tanto en dentición temporal como en permanente.

Uno de los casos más llamativos de erupción prematura, ocurre cuando el bebé nace ya con algún diente o éstos aparecen antes del tercer mes de vida. Normalmente, esto afecta sólo 1 o 2 dientes que suelen ser incisivos mandibulares no supernumerarios.

Cuando, al 13er mes de vida , todavía no ha salido ningún diente, hablamos de emergencia retrasada y, normalmente, es más frecuente en niños prematuros o simplemente es de carácter familiar. De manera más grave, puede estar asociada a problemas de malnutrición, hipovitaminosis Dendocrinopatías por hipofunciones (hipotiroidismo) o a alteraciones cromosómicas o síndromes tales como amelogénesis imperfecta, enanismo acondroplásico, disostosis cleidocraneal, displasia ectodérmica anhidrótica, síndrome de Gardner, etc.

En la dentición permanente, la emergencia prematura (el diente emerge antes de tener 2/3 de la raíz formados o, simplemente,  antes de la fecha esperada) suele ser más frecuente en dientes aislados como consecuencia de pérdidas prematuras. Cuando afecta a toda la dentición, suele ser de naturaleza familiar o asociada a problemas hormonales como hipertiroidismo o por aumento en la producción de la hormona de crecimiento.

Por el contrario, hablamos de emergencia retrasada, cuando el diente no ha erupcionado tras un año de la fecha prevista. Este retraso puede ser debido a causas generales, como endocrinopatías o síndromes generales; o a causas locales, como pueden ser malposiciones del germen, malformaciones radiculares, discrepancia oseodentaria negativa, quistes foliculares y otras.

CONCLUSIÓN

En definitiva, pese a ser un proceso fisiológico, la erupción dentaria no está exenta de complicaciones asociadas. El odontopediatra deberá valorar el cuadro y establecer las medidas oportunas.