¿Cómo tratar los flemones dentales?
Los flemones son una de las dolencias bucales más comunes y dolorosas. En terminología médica se conocen como abscesos dentales y son una acumulación de pus o material infectado que aparece junto a una pieza dental, cuando su raíz es afectada por una infección bacteriana sin salida. El depósito de pus causa una inflamación que produce una gran molestia a quien lo sufre.
Las causas de esta dolencia pueden ser varias, aunque la mayoría se desarrolla por la acumulación de sarro y placa bacteriana:
- Necrosis. La muerte del tejido que está dentro de las raíces dentarias por una caries profunda.
- Traumatismo. Lesión en el tejido del interior de la raíz dentaria.
- Patología infecciosa procedente del tejido que rodea el diente.
Y pueden desencadenar varios síntomas:
- Dolor. Las molestias se manifiestan pronto, normalmente cuando se mastica algún alimento. Después, el dolor puede desplazarse también a la garganta y al oído llegando a ser continuo sin necesidad de realizar ningún movimiento.
- Inflamación. Es habitual que el rostro se inflame y aparezca una deformidad en él.
- Fiebre o cefalea.
- Mal aliento o Halitosis. El pus y las bacterias de la infección provocan un sabor y olor desagradable en la boca.
- Sensibilidad. Los alimentos muy fríos o muy calientes provocan más sensibilidad de la habitual.
- Dificultad a la hora de comer o, incluso, al abrir la boca de forma habitual.
Una rápida detección del flemón permitirá frenar antes su avance y evitar que los dolores del paciente aumenten. Además de evitar consecuencias más graves. El dentista será el encargado de determinar qué ha provocado su aparición y cómo tratarlo.
Lo más común es la prescripción de antiinflamatorios para aliviar el dolor y la hinchazón del flemón, además de antibióticos para terminar con la infección. También podemos aplicar frío en la zona afectada, con hielo envuelto en un trapo, para ayudar a los medicamentos a reducir la inflamación y las molestias. Una vez haya desaparecido, se tratará la causa para que la infección no regrese. Además, se realizará un empaste o una endodoncia para recuperar la pieza dental afectada. Si no se puede hacer nada por salvarla, será necesario extraerla y colocar un implante.
La prevención es la mejor manera de evitar la aparición de la mayor parte de las enfermedades bucales. Además de una correcta higiene bucal (cepillado, colutorio e hilo dental diario), es fundamental realizarse revisiones periódicas para detectar rápidamente cualquier patología que se pueda desarrollar en la boca.