¡Cuidado con los piercings!
Aunque los piercings nos pueden parecer una moda más o menos reciente, lo cierto es que se llevan realizando desde la Antigüedad. Tradicionalmente el body piercing estaba ligado a prácticas religiosas o ceremoniales, pero hoy en día se practica sobre todo por su valor estético.
Los piercing orales y periorales son uno de los tipos más populares entre adolescentes y adultos jóvenes. Los sitios de perforación habituales son la lengua, los labios, los carrillos e incluso la campanilla o el frenillo de la lengua. El más común es el de la lengua, sobre todo el tipo barbell (barra recta con dos bolas), que se coloca en la parte anterior y media de la lengua.
A la hora de decidir hacerse una perforación oral, hay factores a considerar que van más allá de la estética. Este tipo de perforaciones tiene consecuencias para la salud bucal a corto y a largo plazo. Inmediatamente después de la perforación puede aparecer dolor, dificultades para masticar, dificultad para tragar, dificultad para hablar, aumento del flujo de saliva, infección e inflamación del piercing y galvanismo (descargas eléctricas desarrolladas por el contacto de dos metales diferentes). A largo plazo, el roce del adorno puede astillar o fracturar los dientes, provocar heridas o retracción de las encías e incluso llevar a la pérdida de algún diente.
Por lo tanto, los piercing orales pueden suponer un riesgo para la salud bucal. Si estás pensando en hacerte uno, te recomendamos consultar antes con tu dentista para poder valorar los riesgos de los diferentes tipos de perforación y si están particularmente desaconsejados en tu caso por algún motivo. En caso de hacerlo, asegúrate de que se trata de un profesional competente e infórmate sobre las condiciones higiénicas y sanitarias obligatorias para prevenir la transmisión de enfermedades.