Ideas para convertir el cepillado en un juego
La palabra rutina suele acompañar a todos los textos sobre higiene bucal infantil, ya que se trata de conseguir que los niños incluyan el cepillado de dientes en sus actividades diarias. Pero es una palabra que también relacionamos con el aburrimiento, algo que en este caso sería contraproducente. Para que los niños no se cansen de lavarse los dientes al menos dos veces cada día, podemos proponerles algunos divertidos juegos para esos momentos.
La competitividad es una gran aliada para los padres que quieren inculcar normas o conseguir que los niños hagan de buen grado cosas que no les apetecen. En casa nos hemos convertido en expertos en redirigir la eterna competencia entre hermanos en algo provechoso, así conseguimos muchas cosas: que se laven los dientes, que se terminen la cena o que se vistan rápido por las mañanas. Puedes intentar lo mismo haciendo, por ejemplo, un concurso semanal de ver quién se lava mejor los dientes o quién se acuerda primero de ir a lavárselos. El premio puede ser elegir la actividad familiar del fin de semana o escoger el cuento de cada noche. También podemos desviar la atención y que el concurso sea del que mejor baila mientras se cepilla los dientes, por ejemplo. Hay que buscar algo que atraiga al niño y que los dientes sean solo una parte más del juego. Aguantar a la pata coja, en cuclillas o con los ojos cerrados son otros pequeños retos que pueden animarles y distraerles.
Otro concurso que puede ser divertido es calcular mentalmente el tiempo de cepillado. Debe durar al menos dos minutos, por lo que el niño tendría que saber contar hasta 120 o hasta 60 y repetir. Ponemos un cronómetro boca abajo (los móviles suelen tener) y se da la vuelta cuando diga cada uno. En lugar de contar pueden cantar una canción que dure más de esos dos minutos y ver quien termina a tiempo.
Sus dibujos favoritos, en especial los superhéroes, también nos pueden ayudar. Podemos hacerles fantasear con perseguir al “enemigo caries” con el súper-cepillo de dientes. Cada noche celebraremos la victoria de los buenos e incluso podemos contar las bajas en las tropas enemigas. O puede que les vayan más los exploradores, por lo que la boca puede convertirse en una selva que hay que recorrer totalmente con el cepillo, sin dejarse ni un recoveco. También podría ser un castillo encantado en el que hay que encontrar a todos los fantasmas. Es importante alternar las historias y tener en cuenta los gustos de nuestros hijos, para que sea motivante y no se convierta en otra rutina tediosa.
Podemos animarles a contarnos algo con la mano que queda libre, mediante señas o inventando un lenguaje secreto, otro de los pasatiempos que casi todos los niños tienen en algún momento de su infancia. Podría ser una buena forma de aprender lenguaje de signos. En Internet es fácil encontrar vídeos para aprenderlo y podéis practicar cada día una lección durante el cepillado. Será divertido y puede ser muy útil.
La finalidad siempre será que cuiden de su boca con ganas, hasta que la rutina se imponga y no sean capaces de acostarse o salir de casa sin cepillarse antes los dientes. Cada niño es un mundo y nadie mejor que sus padres para darle lo que necesita. Quizá el estímulo que necesita el tuyo no sea un juego, sino permitirle un par de minutos de lectura extra mientras está en el baño o dejarle escuchar su canción favorita durante el cepillado. Lo importante es que lo haga cada día con menos esfuerzo por ambas partes y que los dientes no sean una lucha diaria sino una necesidad