Las chuches y los dientes
Gominolas, piruletas, nubes esponjosas, caramelos, chicles, regaliz, algodones de azúcar… ¡chocolate! ¿Quién no ha sucumbido alguna vez ante el placer azucarado de una chuche? Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Tic… tac… tic… tac… no veo ninguna piedra, je je je. Si nosotros como adultos en ocasiones caemos rendidos a la tentación de llevarnos algo dulce a la boca, ¿cómo no van a poder disfrutar de las chuches los pequeños de la casa?
No, no podemos prohibir el consumo de chuches. A no ser que nuestro peque tenga algún tipo de alergia alimentaria, entonces la cosa cambia. Sin embargo, y afortunadamente, la mayoría de esos locos bajitos, que corretean por nuestras vidas con las pilas siempre cargadas, pueden disfrutar de ellas.
Disfrutar, que no abusar. Nosotros como padres debemos enseñarles a limitarlas a ocasiones especiales (cumpleaños, algún premio…) Una chuche de vez en cuando sí, un atracón de ellas no. No es saludable ni para nuestro organismo ¡ni para nuestros dientes!
Nosotros hemos tenido suerte: el piojo no es goloso. Miento. Eso no es cierto: el piojo pasa de las chuches, pero no del chocolate. Mi piojo sería el niño más feliz del mundo en la casita de chocolate de Hansel y Gretel, o en la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Pero, a sus casi 4 años, tiene bien claro que no puede superar su ración de chocolate. Un pedacito de chocolate al día no hace daño a nadie, incluso te da energía, ejem… energía que no necesita, ja ja ja.
El piojo no pasa deseos de comer chocolate o una piruleta de corazón, su segunda chuche favorita, pero sabe que no hay que abusar y también tiene claro que tras comer esas deliciosas, sabrosas y azucaradas chuches hay que combatir cual aguerrido guerrero contra las cariesy para ello nada mejor que un buen cepillado de dientes.
Así que recuerda: chuches sí, pero con moderación, y después toca pasar por el baño y ¡a lavarse los dientes!