Los árboles de los chupetes
Fuente: http://www.conbdeberta.com/el-arbol-de-los-chupetes/
Hay niños que apenas utilizan el chupete. Otros, en cambio, están continuamente aferrados a él. Yo tuve la suerte de que mis hijas “pasaran” bastante de él. La mayor lo utilizaba para dormir, sí, pero un día dijo que ya no lo quería y hasta hoy. Y la pequeña, directamente no sabía para qué servía. ¡Con el interés que tenía yo en que lo utilizara un poquito y así dejase de llorar tanto!
Pero está claro que los niños no deberían prolongar demasiado el uso del chupete, puesto que esto puede provocar problemas con la dentición. Tengo una amiga muy optimista que siempre dice que mejor chupete que no dedo, porque del primero te puedes desprender mientras que lo de quitarte el segundo es mucho más complicado. ¡Y tiene toda la razón!
Si vuestro hijo no está muy “enganchado” podéis intentar retirárselo progresivamente, limitando su uso hasta que un día ¡no está! O quizás aprovechar un olvido para probar cómo se vive sin chupete y si no lo pasa demasiado mal. Lo que hice yo fue aprovechar un día que mi hija dijo que no lo quería para dormir la siesta. Así que cuando nos lo dio, nos lo llevamos y escondimos todos los que había por casa. Fue tan fácil como que no volvió a pedirlo, para asombro de todos.
Pero no siempre es tan fácil. Si el niño lo pasa muy mal sin él, creo que lo más sensato es esperar a que esté un poco más maduro y preparado para desprenderse de él, siempre intentando no pasar de los tres años. En ese momento podemos intentar ayudarle a que sea él quien decida dar el paso.
Podemos asociar el momento de dejar el chupete con el momento de “ya eres mayor”, en lugar de “deja eso, que ya eres mayor” en tono despectivo. Es más bien un “¡qué bien, eres mayor, ya no eres un bebé!” (algo que les encanta), “¿no crees que ya no lo necesitas?”. Cuando los niños tienen más de dos años ya entienden perfectamente lo que les decimos, y si nosotros no lo planteamos como algo traumático sino como una fiesta y algo por lo que alegrarnos, es más probable que ellos lo acepten como tal.
Hay quienes aprovechan las Navidades para regalarle el chupete a los Reyes Magos. También hay algunas ciudades donde existen los llamados árboles de los chupetes, que me parecen lugares auténticamente mágicos; me encanta que existan. Me encanta que iniciativas públicas o privadas sean capaces de ponerse en la piel de un peque, para quien es muy duro despedirse de algo que le ha acompañado y consolado cuando era un bebé y que él lo siente como algo muy cercano. Porque es duro. Los padres tenemos que estar ahí para acompañarles y ayudarles porque algunos lo pasan realmente mal.
En los árboles de los chupetes los niños pueden ir a colgar sus chupes, simbolizando el paso a mayores. Es casi como un ceremonial en el que el niño se despide conscientemente de él, no a escondidas, y lo cuelga a la vista de todos. Es mayor y ya no lo necesita.
A mí me parece precioso. Mucho mejor que hacerlo a escondidas o a la fuerza (entendedme, cuando el peque ya no es tan peque y se entera de todo). No existen árboles de los chupetes en todos los sitios, pero podéis encontrarlos en Ávila, Sevilla, Torremolinos o en el valle de Arán. ¡Y ojalá pronto haya uno en cada ciudad!