¡Mamá se me mueve un diente!
Antes de irse a dormir Alicia notó que se le movía un diente. Qué extraño le parecía, así que empezó a jugar con él haciéndolo mover de delante a atrás, ya que no le hacía daño. Estuvo un rato hasta que apareció su madre en el cuarto de baño. “¿Qué haces?” le preguntó a Alicia. La niña respondió que se le movía un diente. La madre, sorprendida, le dijo que se estuviera quieta y se fuera a la cama que ahora le iba a contar un cuento.
Se estiraron juntas en la cama y la madre empezó a leerle el cuento de los tres cerditos. No hizo falta que pasara mucho rato para que la madre se diera cuenta que Alicia no le prestaba atención. A ella le daban igual los tres cerditos, lo que le importaba y le fascinaba es que se le moviera el diente. La madre cerró el libro y le pregunto qué era lo que le pasaba. La niña empezó a hacer preguntas sobre su diente.
“¡¡Mamá!! ¿Por qué se me mueve el diente?”- preguntó Alicia muy interesada. Su madre le contó que los niños nacen con unos dientes que no son los definitivos. Entonces cuando llegan a los 6-7 años, los dientes definitivos empiezan a hacer presión sobre los de leche, lo que acaba provocando que se caigan.
“¿Y me va a doler?”- preguntó la niña con miedo. La madre la miró sorprendida, ya que hacía un momento lo estaba moviendo sin ningún tipo de miedo.
“¡Claro que no!, cuando se te mueva más, cogeré un trapo y te lo sacaré girándolo sin que te haga ningún daño con mucho cuidado y si no lo podemos sacar nosotras iremos al dentista.”– le respondió la madre. Al ver que su hija no estaba tranquila del todo, decidió cambiar el cuento y contarle una historia muy peculiar.
“¿Sabes, Alicia, quién es el Ratoncito Pérez?- le preguntó la madre. Al ver como Alicia movía la cabeza de forma negativa la madre empezó a contarle quién era y lo que hacía.
“El ratoncito Pérez es un ratón que trabaja un montón. A cada niño que se le cae un diente de leche, le trae una moneda o algún regalo”- contó la madre.
Alicia estaba muy sorprendida, le parecía muy divertido que por cada diente que se le cayese le trajera este ratoncito tan simpático regalos. “No corras tanto”– le dijo la madre al ver que su hija ya intentaba contarse los dientes de la boca para saber cuántos regalos iba a recibir. Hay unas normas que se deben de cumplir para que el ratoncito lleve regalos a los niños.
Primero hay que cepillarse los dientes después de cada comida para que estén sanos y los definitivos crezcan bien y sin problemas. Y también se debe evitar comer muchas golosinas porque aparecen caries en los dientes y los estropean…
Mientras la madre le iba contando estas cosas, Alicia iba jugando con su diente moviéndolo con la lengua. Al cabo de poco el diente se le cayó. Se lo mostró a su madre, que ya había terminado de contar la historia.
Los dos decidieron poner el diente debajo del cojín para que el Ratoncito Pérez lo encontrara y le pudiera dejar algo a cambio a Alicia. Cuando la madre apagó la luz, Alicia decidió quedarse despierta para conocer al Ratoncito Pérez y poder darle las gracias por lo que le iba a traer. Sin embargo, al cabo de un rato la niña acabó durmiéndose y despertó a la mañana siguiente con un pequeño regalo debajo de la almohada. Y el diente… había desaparecido.