¿Miedo al odontopediatra? Te contamos cómo solucionarlo
Todos, niños y mayores, tememos lo que no conocemos. Por eso, ¿qué mejor manera de superar el miedo al odontopediatra que conociendo mejor a este gran aliado de la salud bucal de nuestros peques? Para explicarlo hemos contado con la colaboración de la prestigiosa y mediática odontopediatra Lucía Almazán (@mrs.odontopediatra).
¿Qué es la odontopediatría?
La odontopediatría es la rama de la odontología encargada del tratamiento del paciente pediátrico. Así que los odontopediatras son los odontólogos especialistas en tratar a los niños y sus patologías bucales.
Pero… ¿Para qué hay que ir al odontopediatra? ¿Cuándo hay que visitarlo? ¿Esperamos a que haya un problema? ¿Es necesario revisar frecuentemente la dentición? ¿Es una moda o realmente se trata de una necesidad?
El Hogar Dental: cuanto antes se acuda al odontopediatra, mejor
Durante muchísimo tiempo, como nos explica la odontopediatra Lucía, el trabajo del odontopediatra en la clínica se ha basado, casi en exclusiva, en reparar lesiones de caries y todas sus consecuencias.
Sin embargo, actualmente y en gran parte gracias a las redes sociales (debido a la facilidad de transmitir y recibir información), cada vez más pueden concentrar su esfuerzo en la prevención. Además, la receptividad que hoy en día tienen padres y madres, y la importancia que dan a poder dar a sus hijos la mejor atención y lo más tempranamente posible, facilita esta transmisión de información; conocen y valoran la importancia de cuidar la dentición desde el momento en que erupciona el primer diente.
Este contacto temprano con el ambiente odontológico ha llevado a la creación del término Hogar Dental. Según la definición de la Academia Americana de Odontología Pediátrica (AAPD, por sus siglas en inglés), “El Hogar Dental es la relación continua entre el dentista y el paciente, que incluye todos los aspectos de la atención de la salud bucal brindados de manera segura, culturalmente sensible, individualizada, integral, continua, accesible, coordinada, compasiva y centrada en el paciente y la familia. Independientemente de su raza, etnia, religión, identidad sexual o de género, estado médico, estructura familiar o circunstancias económicas. El Hogar Dental debe establecerse a más tardar a los 12 meses de edad para ayudar a los niños y sus familias a instituir una vida de salud bucal óptima. Un Hogar Dental aborda la orientación anticipada y la atención de la salud oral preventiva, aguda e integral, e incluye referencias a especialistas dentales cuando corresponda.”
Es decir, cuanto antes se acuda al odontopediatra y antes se establezca una relación de confianza entre médico y paciente, mejor. Y es que, por norma general, las revisiones habituales son cortas y sencillas. Es en estas visitas cuando se le da la oportunidad de conocer la clínica, su ambiente tranquilo, familiarizarse con el material, el sillón, los propios profesionales… Se crea un vínculo de confianza: un vínculo que marcará el desarrollo de visitas más complicadas, si se diera el caso.
Si, por el contrario, la primera visita es consecuencia de un dolor, un traumatismo o alguna situación que pueda generar más estrés y molestias, será mucho más difícil establecer esa confianza, ya que el propio tratamiento obliga a cruzar la línea de confort del paciente. No obstante, si esto ocurriese, los odontopediatras centran todo su esfuerzo, en las siguientes visitas, en crear ese vínculo que no pudo crearse en el primer contacto.
Odontopediatras, padres, madres y niños: un trabajo en equipo
A los odontopediatras se les enseña a adaptar el tratamiento a la edad del paciente y, en la mayoría de ocasiones, consiguen realizar los tratamientos con éxito. Sin embargo, es vital que tanto profesionales como padres entiendan el desarrollo cognitivo y evolutivo propio de cada edad. Así se podrá adaptar la consulta, programar el desarrollo de las visitas en el mejor horario y plantear objetivos reales.
No se puede pretender que un bebé mantenga la posición y la colaboración en consulta sin llorar durante un tratamiento. Pero por su madurez, sí se puede esperar de un niño más mayor si se usan las herramientas adecuadas y se tienen los conocimientos necesarios. Por ejemplo, un llanto en consulta no es sinónimo de dolor, por lo que a edades tempranas no nos debe alertar más allá de lo necesario. Como adultos, tanto padres como profesionales acompañaremos ese llanto y lo sostendremos con todas las herramientas necesarias para acabar con éxito la visita.
Ante la ansiedad, amabilidad
Como nos sigue contando la odontopediatra, una de las principales barreras a la que se enfrentan en la clínica es la ansiedad que se produce al entrar en una consulta médica, circunstancia que se agrava ante un procedimiento dental. De hecho, el miedo al dentista es un trastorno real tratado en psicología.
Así, el deber del especialista es entablar una relación de cordialidad y confianza con el paciente y su familia para generar el menor estrés posible en el paciente.
En esta línea, la técnica “Di-Muestra-Haz” es un pilar fundamental en consulta, ya que adelantar sensaciones, enseñar objetos y explicar con un vocabulario adecuado a cada edad el procedimiento, va a mejorar la colaboración y la confianza del peque.
Siempre se suele empezar con tratamientos cortos y fáciles para ir aumentando progresivamente la duración y dificultad. Así, se adapta la duración de las citas y se modela la conducta con espejos donde los niños pueden ir viendo ciertas partes del tratamiento. O también se les da la oportunidad de observar a otros niños en consulta para copiar comportamientos y reducir el miedo a lo desconocido.
Nuevas tecnologías: solo cuando se necesitan
No podemos negar el efecto positivo que, en algunas ocasiones, tienen las nuevas tecnologías. Las gafas de realidad virtual, los teléfonos móviles o tabletas y la televisión en el gabinete para distraer al paciente nos ayudan a ganar tiempo de trabajo y a realizar tratamientos un poco más largos mientras están entretenidos.
Gracias, padres
Lucía Almazán lo tiene claro: los niños que vienen acompañados de padres que transmiten confianza facilitan que el niño o la niña también la tenga, haciendo que la colaboración con el profesional también mejore sustancialmente.
Y es que los padres receptivos, tranquilos y colaboradores con el profesional son un imprescindible en el gabinete. El simple hecho de acompañar dándoles la mano, contando historias o anécdotas ayuda muchísimo en la consulta. Además, si es la primera visita, muchos se preparan previamente en casa comentando lo que es un dentista, un sillón dental… Y recrean con cuentos, dibujos o juegos algunas de las situaciones que podrán experimentar después en consulta.
Así que es necesario mencionar y agradecer el apoyo de los padres. Son fundamentales cuando se realiza un tratamiento: transmiten tranquilidad a sus peques, facilitando enormemente todo el proceso.
En conclusión, la vista al odontopediatra es un imprescindible en el cuidado de la salud bucal de los peques de la casa. Pero es que, además, puede ser una experiencia muy gratificante para todas las partes implicadas.