¡Socorro, a mi hijo se le ha roto un diente!
A los niños les encanta meterse en todo tipo de “aventuras”… y a veces ocurren accidentes. Si en uno de ellos se le rompe un diente a tu hijo, ¡no te preocupes! Te explicamos qué debes hacer para que el tropezón no tenga consecuencias serias.
Lo primero que tienes que saber es que los dientes de leche son más necesarios de lo que se suele pensar. Aunque se vayan a caer antes o después, una pérdida prematura puede dificultar la alimentación de tu hijo durante años y hacer que los dientes permanentes salgan torcidos o no tengan sitio.
La buena noticia es que los dientes rotos tienen solución. Si solo se ha roto un fragmento, es posible volver a pegarlo, y si el diente se ha caído completamente se puede reimplantar. Incluso aunque el diente esté roto por varias partes, es posible reconstruirlo con materiales especiales.
Además de consolar a tu hijo y limpiar las posibles heridas en la boca o los labios, debes intentar encontrar el diente o fragmento que se ha roto. Cuando lo hayas localizado, cógelo por la corona (sin tocar las raíces) y mételo en leche o suero fisiológico sin limpiarlo. Después, busca un dentista que disponga de servicio de urgencias y acude lo antes posible.
Después de la visita al dentista, es muy importante seguir sus recomendaciones sobre limpieza y tratamientos al pie de la letra para asegurar una buena cicatrización. Vigila la evolución del diente afectado y de los vecinos, ya que aunque no se hayan roto también pueden haber sufrido el impacto. Si detectas cambios de color, abscesos (flemones) u otros síntomas, es hora devolver a la consulta del dentista.