¿Y qué pasa con las chuches?
A casi todos los niños les encantan las golosinas… y casi todos los padres saben que si se consumen frecuentemente o en grandes cantidades, son “malas para los dientes”.
El efecto perjudicial de los dulces en la salud bucal se debe a que estos alimentos son ricos en glucosa. Las bacterias de la placa dental se alimentan de estos hidratos y producen unos ácidos que pueden desmineralizar el diente,facilitando la aparición de caries. Las “chuches” no son las únicas culpables: otros alimentos más saludables, como la leche azucarada o los zumos, también pueden favorecer la aparición de caries.
La solución no está en prohibir totalmente las golosinas,sino en explicar a tu hijo por qué debe tener cuidado con ellas y enseñarle a adoptar una serie de medidas de precaución:
- Los caramelos y otros dulces deben ser para una ocasión especial, no tomarse a diario.
- Además de limitar la frecuencia, también hay que tener en cuenta el tiempo que permanecen en la boca. Las piruletas y las chucherías que se pegan a los dientes son más perjudiciales porque actúan durante más tiempo.
- Puedes buscar sustitutos sin azúcar, endulzados a base de xilitol o sorbitol.
- Después de comer golosinas es recomendable cepillarse los dientes.
- En verano, puedes buscar ideas refrescantes que no sean sólo helados, bebidas gaseosas o zumos. Las frutas congeladas aportan vitaminas y pueden ser tan ricas como un “polo”. ¡Atrévete a experimentar!