La rutina del cepillado
Desde que éramos niños nos han inculcado que la salud bucal es fundamental para el desarrollo y que es muy importante que nos lavemos los dientes tres veces al día, después de cada comida. Cuando nos hacemos mayores y tenemos hijos, sabemos que debemos transmitirles este hábito a los niños/as y entonces recordamos lo que hacían nuestros padres con nosotros.
Una de las técnicas a la que todos recurrimos es la de la imitación. Fomentamos que nuestros hijos nos emulen cuando nos lavamos los dientes para que aprendan y adquieran la rutina de hacerlo. Así los más pequeños aprenden el modo de hacerlo, pero ojo, esto no garantiza que también adquieran la rutina de cepillarse todos los días todas las veces que es necesario.
Otro de los ‘trucos’ a los que podemos recurrir los padres para animar al cepillado es comprarle a nuestros hijos un dentífrico de su sabor favorito. Esto sin duda ayuda, pero ocurre lo mismo, al niño le gusta más lavarse los dientes, pero eso no significa que lo vaya a hacer las tres veces de rigor todos los días.
Un recurso imprescindible para que el niño aprenda es explicarle porqué es tan importante lavarse los dientes después de cada comida. Ciertamente, el niño entiende que es algo importante, pero como no le gusta y es algo aburrido, muchas veces “se olvida” de hacerlo para ponerse con cosas más divertidas.
Yo estaba desesperada, me encontraba en ese punto que ya no sabía qué más hacer; había hecho bromas delante del espejo, le había comprado todos los sabores que había en pastas, le había explicado de forma insistente lo importante que es la higiene bucal…, pero nada había funcionado; mi hija, en cuanto podía, se escaqueaba de lavarse los dientes.
Una tarde en casa, pasé por delante de la tele y vi que estaba embobada viendo Pocoyó, y se me ocurrió que quizás este simpático muñequito podía ser la solución a mi problema con el cuidado y la higiene de los dientes. Me encerré en mi habitación y me puse manos a la obra en el ordenador. Busqué algo de Pocoyó que me sirviera y rápidamente encontré una perfecta tabla de cepillado que me iría genial. No dudé en descargármela e ir a enseñársela a mi hija.
Se quedó muy sorprendida al verla, y le conté que Pocoyó estaba sonriendo porque sabía que cumpliría la tabla. Si no lo hacía, Pocoyó se pondría muy triste y no querría ser su amigo ni acompañarla en la rutina de lavarse los dientes. Colgamos la tabla en el cuarto de baño, y cada vez que cumplía con su rutina mi hija ponía un signo en la casilla que tocaba en ese momento. Yo estaba atenta a que no hiciera trampas y a que realmente se lavase los dientes. La tabla fue mi salvación y la ayuda que necesitaba para que mi hija aprendiera de forma amena y divertida lo importante y necesario que es lavarse los dientes para que estos estén sanos y limpios y no le causen problemas a medida que se vaya haciendo mayor.
Podéis descargar la tabla de cepillado de Pocoyó aquí.